Jael Checa Jibaja / Mariela Catherina Molinari Palomino / Jessy del Pilar Muguerza Vargas
RICEd: Revista de Investigación en Ciencias de la Educación, Vol. 2, No 4, julio - diciembre 2024, 11-25 16
rondaba los 30 años de edad, vivía con su madre, abuela paterna de la consultante, consumía
sustancias, poseían carros de juguete con los que llamaba la atención de su víctima.
El abuso inició entre los 5 o 6 años de edad de la consultante, empezando con
tocamientos indebidos, para luego incluir penetración oral y vaginal. Se daba, por lo general,
en casa de su abuela, en ocasiones en casa de sus padres, incluso durante vacaciones
familiares, por lo general sus padres se encontraban tomando bebidas alcohólicas en otro
espacio o la habían dejado al cuidado de su abuela. Cuando se daba el abuso, no era de manera
violenta, su tío se acercaba con juegos o caricias, decía que iban a ver televisión. Cuando ella
cuestionaba lo que pasaba, él justificaba lo que le hacía, clasificándolo como un secreto.
Sus padres no se dieron cuenta del abuso a pesar de que fue sostenido durante años y
había señales del mismo, lo cual genera resentimiento en la consultante: “¿cómo no se daban
cuenta?, pasaba 2 veces al mes, casi siempre estaban cerca y ni cuenta, me da rabia”, incluso,
ya siendo adulta la consultante, su madre le comentó que, siendo niña, le decía “mi tío me
muestra su gatito” lo que generaba sospechas en ella, pero no tomó acciones suficientes para
protegerla. El abusador tenía comportamientos intimidatorios hacía la consultante delante de
sus padres, camuflándolos como bromas con apodos sobre su peso, comentarios en doble
sentido o juegos abusivos, esto aumentaba el poder que tenía sobre ella, ya que sus padres no
la defendían.
Al ser sobre-estimulada a temprana edad, la consultante recreaba con sus muñecos y
hermanos juegos que imitaban el ASI sufrido, llegando a montarse sobre la pelvis de su
hermano, quien amenazó con contarle a sus padres, ella no recuerda si estos juegos eran
incitados por su tío. Además, en algunas ocasiones, ella buscaba a su agresor para ser abusada,
lo que le causaba una gran culpa que le perseguía incluso en la adultez.
Al inicio de su adolescencia, 12 o 13 años de edad, la consultante conversó con una
compañera que había sido víctima de ASI, esto le permitió identificar que lo que vivía también
lo era, dejando de someterse a tal y poniéndole fin. A los 18 años, tomó el valor para exponer
la situación con sus padres. Estos confrontaron al abusador, que fue protegido por la abuela,
la madre insistía en poner una denuncia, pero finalmente no tomaron las medidas pertinentes
para la gravedad del asunto, ni de manera legal ni buscando la atención profesional oportuna,
solo cortaron comunicación con la abuela y el tío. Tiempo después, el padre de la consultante
volvió a juntarse con ellos, bebiendo alcohol como antes.
Durante su adolescencia y adultez temprana, la consultante, mantenía una incomodidad
en su hogar familiar por haberse sentido desprotegida, invalidada y no obtener la reparación
debida, además de ser escenario de gran parte de los episodios de ASI que sufrió, lo que le
llevaba a revivirlos, sumado a tener conflictos constantes con sus padres. Aunque ella siempre
ha tenido una difícil relación con su madre, lo era aún peor con su padre: “Mi papá no era
muy responsable, vacío, me tocó perdonarlo y lo hice, mi abuela lo malcriaba, también le daba
alcohol, lo hacía tomar. Para mis estudios superiores, mi mamá se movía para ayudarme,
conseguirme becas u otras formas, mi papá nada”.
Desarrolla gustos por la música metálica, frecuentando amistades y espacios
característicos de este género, violentos y con una visión pesimista de la vida, antisistema, que
reforzaron su manera de ser. En estos espacios conoce una pareja de origen peruano, con quien
aprovecha para mudarse, dejando atrás lo sufrido, formando familia en Perú con una hija.
Con el tiempo, con su pareja se repiten los patrones de violencia, si bien no sexual, sí a escala
física y psicológica, que la sometían a un estado de re victimización constante. Tras años de
abuso, solo reacciona cuando su pareja empieza a agredir a su hija, escapando ambas, cuando
esta era una niña.
Se estabiliza en Chile donde consigue vivienda y se hace cargo de sus padres, en acuerdo
con su hermano, quien hasta entonces los alojaba, pero al pelearse constantemente afectaban